El viajero que desanda el camino de la tradición, camina sobre una espada, acaso infinita. Una espada curva que comienza en multitudes, fundiéndose en uno.
El viajero camina en un constante (des) equilibrio, oscilando entre el infierno y el paraíso; entre la felicidad y la tristeza; castigo o premio: ficciones.
Hay dos únicos castigos reales: la inacción frente a la verdad desvelada, y el olvido. El verdugo tiene tu nombre.
El viajero de la tradición camina en busca del único estado real: la presencia (Hadrat) sobre el filo implacable.