«El rabino Menajem sabía que los demonios son tan numerosos que, si fueran visibles a simple vista, sería imposible que el hombre existiera».
Los mismos velos existen entre tú y todas las realidades que hay ahí afuera: tanto las mundanas como las inmateriales, inmanentes.
Centrémonos un momento en el mundo.
Tu experiencia de él, en su mayor parte, es un cuento que otros te narran.
Otros: aquellos que están fuertemente interesados en narrar historias y enmarcarlas de forma conveniente y rentable para favorecer sus propios objetivos y agendas; los medios de comunicación vienen de medium, un intermediario entre tú y lo que ocurre fuera de tu ámbito de percepción directa.
La realidad, pues, es una historia que te cuentan los medios quienes a su vez te convierten en su objetivo.
Y tus sesgos y prejuicios dictarán a quién crees, en quién depositas tu atención y, en última instancia, tu confianza.
Somos constantemente utilizados como blancos.
¿Con qué frecuencia recuerdas esto?
Todo se reduce a la confianza.
¿En quién confías? ¿Eres tú el dueño de dicha elección?
¿O es algo dirigido por tus prejuicios y predisposiciones?
Dominar la elección de confiar o no confiar implica el desarrollo de un sentido interior, o brújula, que puede ayudarte – y te ayudará – a percibir las emanaciones de aquello indigno de confianza.
De hecho, puedes olerla.