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LXVI. Filologías

por | Sep 16, 2015 | Blog, Opus Magnum

AssistantEl celebrado y célibe filólogo noruego Olaf Bang Vridssion, publica en el último número de Philology Today (para aquellos distraídos y asquerosos cerdos ignorantes, tal es el nombre de una revista acerca de las lenguas, brazos, piernas y deditos del mundo, además de tratar sobre lenguajes e idiomas humanos sobre el planeta tierra; siendo no solamente la más chic sino la más famosa en toda la galaxia), un artículo que puntillosamente describe un reciente descubrimiento que lo podría hacer merecedor del premio Hans Gotter Niel: similar al prestigioso premio Nobel mas en el campo de las ciencias puramente gramáticas y especulativas e implausibles.

“A través de mis muchos viajes realizados a lo largo de mi vida [1], he descubierto – y disfrutado – las más variadas y coloridas mutaciones de todos los lenguajes que jamás han sido pronunciados y escritos, tanto correctamente como no, en este sagrado planeta nuestro. Desde construcciones lingüísticas primitivas conformadas por tres o cuatro términos, a densas meta-estructuras que forzaron la creación de diccionarios íntimamente compilados: cada uno de los 80.000 volúmenes sufrían la vasta cantidad de 1876 paginas por tomo.

“Así es, mis queridos lectores y suscriptores – si estás simplemente leyendo esta revista de prestado, podés perfectamente desvanecerte ahora mismo –: intenta crear, ex nihilo, un lenguaje, donde quiera que estés, y seguramente yo ya la habré degustado, no solamente con mis oídos, pero con mi lengua, y también en alguna rara ocasión con mi propia nariz (debido a una innata deformación de su sistema respiratorio, Olaf sufría de continuos ataques de otitis y como consecuencia de nuestra naturaleza todo-adaptativa, nuestro científico desarrolló una sobresaliente capacidad para percibir vibraciones acústicas a través de sus narinas).

“La vida siempre está dispuesta a sorprendernos: en ocasiones haciéndonos el amor, en otras directamente acosándonos y humillándonos sin piedad. Esto lo sé a través del único medio a través del cual el conocimiento es posible para el ser humano no regenerado: la experiencia. Pensé, aunque podría ser justo decir que no fue verdaderamente un pensamiento sino una creencia portando el disfraz de una verdad – probablemente debido a mi arrogancia académica –, que yo, Olaf, ya había experimentado todo aquello que un hombre, ergo un filólogo, podía haber jamás degustado en esta tierra durante mil vidas; mas, ay, lo impensable e impensado ocurrió.

“Es la misma impensabilidad o imprevisibilidad de tal ocurrencia lo que hace dificultosa la tarea de transformarlo, capturarlo dentro de un reino palabrero… particularmente cuando su misma naturaleza las supera y se revela como un fruto prohibido para la racionalidad parlante; el transformar mi tremor en palabras, términos familiares, y referencias universales. Pero, sin embargo, debo intentarlo, siquiera por la bondad y el amor que porto por ustedes, queridos suscriptores y donantes.

“En el comienzo, la Vida, esa amante impecable, primero acarició mi cachete izquierdo disfrazada de tibia brisa. Luego, me sopapeó la mejilla opuesta, para finalmente darse un festín con mi carne y grasa; solamente luego de romper cada esperanza que tenia – y cada orificio que mi cuerpo ofrecía abiertamente – amablemente me presentó el descubrimiento que eventualmente transformará a un humilde y sabio erudito – yo – en una eterna figura de bronce protegiendo la entrada de las cinco universidades más prestigiosas del mundo.

“¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Dónde?

“Imposible erradicarlo de mi memoria. Fue durante el… (lamentamos interrumpir el relato, pero el único ejemplar que tenazmente aún sobrevive de la revista presenta condiciones ruinosas)… (…)… aquel templado día de Julio, precisamente un veinte y tres de aquel veraniego mes (un rasgo notablemente melancólico del autor dado que durante aquellos días estaba en el hemisferio sur), durante el cual, con un gesto de ligera ansiedad, el destino anticipó por un par de días el aniversario de mi nacimiento, presentándome un regalo – meramente fue un instante – que perduraría y perdurará en mi vida para siempre: el hallazgo, el descubrimiento – la ofrenda – de la Lengua de las Lenguas, die Sprache der Sprachen como lo habría expresado Goethe; la Lingua Linguarum según Plinio; ese fonador holograma sinfónico que fue la causa de muerte y locura de casi todo investigador científico que me precedió: la desconocida – pero largamente sospechada – síntesis perfecta de las completas posibilidades lingüísticas humanas; el Opus definitivo que abarca la historia natural toda (¿hay acaso alguna historia que debería ser llamada innatural​?), el cual dio sentido al regusto de todas las evoluciones posibles, y toda anticipación de cualquier destino inalcanzable; la constante y orgiástica recreación lingual que cambiaría no solamente mi casa, mi auto y mi esposa (asumimos debido a las bastas cantidades de dinero y fama que el autor logró luego de semejante descubrimiento), mas la historia de la humanidad toda.

“Y fue allí, bajo mi propia nariz (la cual durante esos días no funcionaba como un órgano auditivo tal como lo explicamos en algunos párrafos anteriores – había desarrollado una especie de dermo-audición – pues el clima tropical reinante en la zona en la cual Olaf vivía en aquel entonces era bastante benéfico para sus acerados y otíticos oídos) en la terra incognita de Laguarhga, ubicada en la Melanesia Occidental, unas 763 millas alejada de la costa norteña de Australia.

“Sin miedo al erratum, ese lingual regalo cumpleañero que me fue otorgado por el destino es la lengua más basta y complicada que jamás haya resonado y reflejado, o pueda llegar a existir en un probable futuro, sobre este planeta; no solamente aquí y ahora, sino en todas las otras dimensiones y universos paralelos. (Es acaso lógico decir que aquellos universos son realmente desdichados dado que jamás se tocan entre sí?)

“Es un lenguaje espejado; muestra todo lo que ha sido, todo lo que es, todos lo que será, y todas las improbables variaciones en una constante expansión rumbo a lo indefinible y elusivo. Dentro de su humilde alfabeto provisto de 786 caracteres, todas las probabilidades hacia ambos extremos de la ilusión temporal podrían, han sido, son, y serán abarcadas.

“Es momento de compartir algunas de las características más notorias de mi afortunado descubrimiento:

“Una gran parte de su vocabulario carece de existencia fija: el cuerpo principal del costado materialístico del lenguaje, es decir los sustantivos, no poseen existencia fija; están sometidos a una constante e impredecible variación, mutación y transgresión: un permanente estado de excitante invención.

“Los residuos de la lengua están de alguna manera flotando dentro de los reinos pertenecientes a las lenguas Germánicas occidentales; es decir, todo aquello que no está contenido en la categoría fundamental (material) – verbi gratia adjetivos, adverbios y verbos – no muestran, actualmente, signo alguno de variación.

“Hasta la fecha (hay un debate acerca del preciso momento de esta afirmación, pero con el 97% de los votos, la opción ganadora es el 30 de Agosto del año 1923), el único diccionario oficial que está bajo constante reimpresión sufre la ingente cantidad de 1.653.123.485.569.512.646.541.223.786.154.646.123.456 de términos y sustantivos; para cuando terminé de escribir el número previamente citado, la inminente edición del nuevo diccionario habrá aumentado su contenido, según mis precarios cálculos, a la monstruosa cifra que consiste en la irracionalidad previamente mencionada, multiplicada por 786.786.786.786. Su expansión es constante e impredecible, simplemente porque está sujeta a la lengua o mano del hablador-escritor. El lado positivo de este caos en constante crecimiento es el poder de la industria editorial, la cual demuestra ser un consistente cimiento para este sociedad: emplea alrededor del 78% de la fuerza laboral disponible sobre la isla. Ciertas predicciones insisten que eventualmente una falta de trabajadores de imprenta podría ser un gran desafío para el gobierno de turno, si no ruinoso.

“Todo sistema, sea pequeño o increíblemente enorme, necesita un punto fijo; si esta lengua no hubiese disfrutado de semejante precondición, la comunicación – y su consiguiente evolución – habría sido y sería efectivamente imposible. En este caso, además de las mencionadas categorías de adjetivos, adverbios y verbos, los nombres y apellidos también son parte del grupo de los inmutables. El hombre es el arquetipo, la perfecta idea platónica; las cosas, los objetos, son su reflejo, su multiplicidad. Esto es lo que al menos puede razonarse luego de degustar semejante locura terminológica. Un sabor que, luego de algunos ejercicios e intentos de nadar en sus desafiantes aguas gramaticales, resulta ser bastante amargo.

“Tal como lo he afirmado antes, el vocabulario en expansión es imparable (el psiquiatra y graduado en psicoterapia evolutiva, Dr. Daniel Sciannuy, siente que tales constantes referencias a cierta expansión podría encontrar su origen en la particular obsesión que Olaf pudo haber tenido con el tamaño de su miembro masculino; o reductio ad adversus, en los bastos tamaños de sus ocasionales amantes femeninas). Cada vez que un dialogo ocurre, cada vez que alguien, en algún lugar de esta roca llamada planeta tierra piensa en algo, una nueva excepción a curvas reglas, es creada. ¡Expansión!

“Tal es el espectro de improvisación al cual estos isleños someten a su lingüística construcción, que uno estaría forzado a considerar que una naturalmente horrenda capacidad memorística sea la culpable; acaso esta sinfín creación de términos podría ser causada por un virus; o podría ser el trabajo de una bacteria o simplemente algo que ni siquiera puedo imaginar y cuyo nombre aún no ha sido temporalmente canonizado en la próxima edición del Diccionario Oficial.

“Pero, a partir de mi experiencia con estos isleños es que puedo afirmar que tal característica única en su universo lingüístico espeja una cierta falta de estima por todas aquellas cosas materiales, haciéndolos parecer como que han estado viviendo en un natural estado de desapego, el cual eventualmente causa este continuum de olvido, esta constante pereza memorística que afecta al sustantivo prontamente a ser bautizado, por infinitésima vez. ¿Podría semejante desdén por los bienes terrenales haber afectado al cerebro de tal forma que, luego de años de desapego, la anatomía de materia gris haya sido modificada, causando así esta perpetua invención sustantiva? Si así lo fuera, entonces justo sería aseverar que la invención es la hija de la necesidad. Aquí un ejemplo:

Mon significa rana para el sujeto A, y el sujeto B, refiriéndose al mismo anfibio apenas instantes después de la primer mención, llama a la rana – antes Mon – un Neb.”

“La isla, que tuvo que ser bautizada por mi orina y nombrada por mi asombrosa y genial imaginación, es ahora conocida en el mundo entero (y aquí mismo) como Olaf Universalis – pues como el lector ya habrá podido adivinar, cada vez que he preguntado a cualquier habitante lingual de esta roca, recibí una diferente versión del nombre anterior: esto tiene que implicar que el apelativo de la isla no es un nombre sino un sustantivo que hizo las veces de; caso contrario jamás podría haber sido cambiado o variado ad infinitum ad libitum.

“Hasta ahora, he compilado 698.873 formas diferentes de nombrar a la isla, la cual soporta alrededor de 6.786.942 residentes. Por favor, estimado lector, haga los pertinentes cálculos y verá prontamente cuántas posibles variaciones podría haber en existencia del simple concepto que describe a una rena (seguramente afectado por las peculiaridades geográficas y climatológicas de la isla, notamos cómo el autor comienza inadvertidamente a variar la palabra que ya había usado previamente en su forma – la nuestra – original, apenas unas líneas antes de esta misma, cuando se estaba refiriendo a una rana).

“Una de las consecuencias más obvias de esta variadora característica lingual es que no hay comunicación efectiva sin que un cierta cantidad de energía se desperdicie en el proceso de explicar el objetivo de cualquier discurso; el objeto no posee una existencia óntica, mientras que los verbos están ya comenzando a mostrar sombras de ese caos creativo que no los afectaba durante los previos años conservadores; las acciones están comenzando a no encontrar resonancia en ningún movimiento tanto de índole físico como interno: he divisado peleas por medio de señas en algunas parejas ayer a la tarde, aunque perfectamente podrían haber sido una pareja de sordos platicando; y los tribunales de justicia están repletos de supuestos bandidos… a pesar de que el atroz concepto de rrovbo ha ya sufrido innumerables reformulaciones antes de que el juicio pudiese comenzar, creando así un caos legal y un estupor general; cuando algo así sucede, un nuevo código criminal tiene que ser discutido, votado, escrito, impreso y promulgado como la presente ley en vigencia, con el obvio addendum explicando el código todo a través de dibujos y fotos para así evitar todo tipo de probables (casi seguras) confusiones y malinterpretaciones.

“Se susurra que la posibilidad de escribir un prodigioso volumen de varios miles de esclarecedoras páginas, el cual explicaría qué es un código, está siendo estujshdahdo.

“Con la intención de ayudar a la imaginación de mis queridos y fieles lectores, comparto aquí una exhaustiva imagen del desastre vivenciado cada mísero día por los desdichados isleños, citando un dialogo verbatim ocurrido en el tribunal de fallllthas para los ciutatenos de la Esla, ubicado en el centro de la ciudad principal (estamos forzados a asumir que se estaba refiriendo al tribunal de faltas para los ciudadanos de la isla).

“Peter, un hombre de mediana edad acusado de manosear a Petra, una atractiva mujer de treinta y algos, de pie frente al juez.

Juez: Peter, ¿por qué tocaste el tkhis – significando culo en ese momento – de Petra? Recordar que los nombres, a lo sumo que sea un sustantivo, jamás cambian.

Peter: No toqué su tkhiz – un sutil error en la pronunciación de la palabra original que muestra el alcance del reinante desorden lingüístico –, ¡ni siquiera sé qué significa eso! Solamente tquewe su chus – palabra que para Peter significaba culo, mientras que tquewe implica un toque de la misma zona anatómica mas con amor.

Petra: Señor Jug – juez –, este byos – hombre – no tquewe mi tkhis ni mi chus, sino mi culo.

Juez: Señorita, no entiendo nille – nada – de lo que usted está twweröp – diciendo –.

“Este episodio aún está bajo constante creatio ad infinitum. Hasta el momento, han pasado 300 inventivos días, 19 horas y 54 minutos desde que la audiencia comenzó. El tjhizs de Petra ha sido tocado 1001 veces (por supuesto, el autor se está refiriendo a su culo).

“Como pueden ver, queridos fans, estamos hablando de una entropía siempre en expansión.

“La ultima tendencia, de acuerdo al juicioso Pior Grass, famoso innovador en lo que a creaciones modísticas se refiere y glamorosísimo enfant terrible de nuestra lengüera Isllaend, es simplemente apuntar con el dedo a ese objeto de nuestro interés, sobreponiéndose así a la dificultad comunicativa al resucitar la ideología escéptica de los griegos.

“Este método demostró ser altamente ineficiente para conceptos tales como amor, odio, hambre, y otros miles de ejemplos, ya que ha sido razonablemente probado que el apuntar al propio sistema digestivo en caso de hambre, podría no solo ser interpretado como apetito, sino como una casi infinita serie de probabilidades, verbi gratia: úlcera péptica, acidez, la presencia de heliobacter pylori, síndrome de colon irritable, gases, apeto, hambre voraz, me duele la panza, estoy constipado, esta diarrea me está matando, ¿te gustan mis abdominales?, estoy embarazada, apunta aquí, Jonás está en mi útero, etc., etc. , etc. Un sistema que depende de la sensibilidad del forzoso intérprete está condenado al fracaso desde su propia gestación.

“Naturalmente, y porque tal invención fue concebida dentro de un cerebro artístico, demostró ser eficiente y útil para todos aquellas inspiraciones venidas de y a través de las Musas.

“Caso Numero 1:

Concierto de rock brindado por el famoso grupo Pet o Fär, que hoy significa algo como ¿Toco por dinero, o mejor salto dentro del lago con las chanclas puestas? Escenario repleto de elementos, objetos que a prima facie aparentan haber sido juntados de una forma azarosa: sierras de mano, tornillos, una muñeca inflable, algunos balones de football, una raqueta de tenis, un bigote postizo usado, mascaras venecianas, cigarros cubanos, Pluuusticha Hyuöon, y otro larguísimo etc.

“La razón tras semejante acumulación de objetos materiales?

“Aquellos utensilios ayudarán al vocalista del grupo, mientras canta improvisando las impredecibles letras de las canciones que hacen al concierto, ilustrar su arte y su expresión vocal para ayudar a darle sentido o describir el tema sobre el cual está cantando: por lo tanto los fans serán, eventualmente, capaces de comprender cuál es el núcleo temático de tal poesía cancionera. El sonido de la palabra ya no importa: lo único relevante es el elemento en cuestión, ofrecido al público inmerso en un trance mímico-gramático.

“Con el humilde objetivo de permitir a la mente de los lectores ingresar en un reino de extáticas actividades imaginativas, los invito a prefigurar el material y las presentes complejidades que, dadas las peculiaridades lingüísticas que hemos estado discutiendo, están implícitas y dominan en todas las ceremonias religiosas: logística infernal, amén de una incansable producción presta a conseguir la mayor variedad de objetos y animales y demases para satisfacer la voracidad oratoria del sacerdote, rabino o imán de turno; no olvidemos las discusiones maritales, las cuales podrían de hecho durar años: aunque hay apenas unas pocas parejas virtuosas que son capaces de arribar a un final pacífico; la vasta mayoría termina en el dolor inevitable y sufrimiento inútil. ¿Acaso no es este el verdadero objetivo detrás de cada uno de los juramentos de amor eterno? Las muertes se están volviendo un hecho común.

“Enfrentando semejante panorama desalentador, es fácil inferir la causa del escaso flujo de turistas en el área, a pesar de las fabulosas pletus de la Islaänd, (lamentamos el faux pas del autor, pero preferimos mantener la versión verbatim de su artículo, e intervenir cuando la situación nos llama. En este caso se está naturalmente refiriendo a las playas) la economtuyysoiía (economía) juyyt (local) está en fuerte retroceso y mi vaso está otra vez sediento de whisky; mejor que vaya a la tienda. Pero a mi regreso, acompañado por el sabor único de la mejor malta de MacCutcheon’s, les contaré acerca de mi última aventura. Hays, yihssga, y ha a. Mduwu 89875.”

Como pueden ver, queridos lectores (y a nosotros, los editores de este magnífico libro, poco nos importa si han leído la revista porque están suscriptos a ella, o porque de casualidad han robado dicho ejemplar), aquellas últimas líneas son la copia verbatim, sin cambio alguno, respetando cada pausa, cada puntuación, cada coma, cada espacio, cada vez que respiras, cada inflexión e intención de la postrera expresión literaria del celebrado philologurrus norwesgihe fo Nayyyutyos, Olaf Bang Vridssïon, para que usted, respetado y amado lector, pueda ser capaz de apreciar la oscura y grotesca faceta ocula detrás de semejante descubrimiento lingüístico.

Y como seguramente han sido capaces de percibir a lo largo de su relato, pero especialmente a través del final del último pasaje infestado de whisky, que el philologurrus comenzó, probablemente forzado y afectado por un raro virus contraído en la Islaänd (atolón, para ser más precisos), a improvisar otis ir öoooosirh hrrwsstufm, gfhjhadëeäddgeil.

Antiguos oficiales de la hoy extinta KGB están actualmente trabajando en la decodificación de las últimas palabras escritas por el celebrado investigador noruego; parece ser que, habiendo apenas dejado su casa en su sedienta búsqueda de whisky, resbaló ansiosamente para romperse la nariz, sufriendo así una muerte por ahogamiento en su propia sangre. La intelligentsia ex soviética también cree que sus últimas prlabass biïiiinsng gos, fueron: Hjjüss, Haothss, Haslllä!!!

Nota del Editor:

Lamentamos mencionar que el copista a cargo de transcribir el artículo y las notas que acaban de leer, ha muerto debido a un desconocido virus que aparentemente fue contraído en una irreal isla inmapeada y supuestamente abrazada por las oceánicas aguas del pacífico. Este padecimiento muestra su presencia en el organismo humano forzando al huesped a improvisar un lenguaje imposible, algo que ha sido tuuuusiöïis antjiess.

Nota del segundo Editor:

Lamentamos profunda y humildemente mencionar que este es un déjà vu de naturaleza literaria, y el párrafo anterior es una fallida repetición del párrafo previo, pero nada realmente importante ha sucedido; aunque podemos real y positivamente afirmar y asegurarles que el gran Olaf Bong Vridssïon está reakllyment tod.

El bendecido Jorge Luis Borges ha tímidamente admitido y reconocido, sugiriéndolo con su usual timidez, el impacto del trabajo de Olaf en su propia escritura, siendo acaso Tlön, Uqbar, Orbis Tetrius el testigo más famoso de semejante influencia. Sus últimas palabras, al ser preguntado acerca de la sombra proyectada por el gran filólogo noruego sobre sí mismo, fueron: Tuk tuiiiiig jugi Olaf ert an Genuis ung hgitu’s Cherry Pie.

 

[1] El lector hará de notas que en este texto las infames y extensivas notas a pie de página han sido abandonadas, aunque podemos asegurarles que están siendo muy bien atendidas en un lujoso resort creado para notas a pie de página descartadas… una especie de paraíso para jubilados; los motivos son varios. No hay algo así como un pie dentro del reino – ilimitado en su intención, finito en su realidad – de este magnífico libro. No hay banda. No hay orquesta. Representa una afronta contra la agilidad de la lectura como también la buena salud y flexibilidad (¿puede acaso haber buena salud sin habilidades estiratorias?). Cualquier comentario que sea considerado pertinente al relato será insertado en su lugar apropiado, sin volver a molestar a nuestro amado lector. Cuando leas algo escrito entre – como esto – , es algo comentado por el autor del artículo en cuestión; cuando encuentres algo (como esto) será una nota a pie de página renacida y disfrazada de otra forma; el círculo karmático del aprendizaje de los comentarios y notas a pie de página. Entonces, esperando que todo esté claro – como si el escritor (y el lector) no fuese lo suficientemente perspicaz para entender un simple cambio de leyes intrínsecas como este mismo – imprimiremos esta última oración (que realmente no será la última) para asegurarnos de que todo el mundo entiende. En este caso, y como única y última excepción, habremos de completar la nota a pie de página (1); el curioso e incansable vecino de nuestro heroico filólogo, especuló durante el curso de una taciturna tarde de mayo, que los viajes sumarían 78.948.387.

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