Si la vida es sueño, como cantan eternamente las resonantes palabras del poeta, me pregunto si lo conveniente no es despertar.
¿O al menos intentarlo?
O al menos aceptar la mera posibilidad de que esta cotidianeidad, esta sucesión de momentos y respiros, no representan a la vida como deberían.
¿O significa acaso que para despertar, tenemos que morir?
“Morir, dormir… nada más…”
Si morir es dormir: ¿estamos muertos? ¿Hay forma de renacer sin morir?
“Muere antes de tu muerte”, repite pacientemente el Profeta.
“Ser o no ser: esa es la cuestión”.
Ser, o no ser.
“El mundo (y la vida) son reales, cuando yo soy.”