“Las cejas, esa densa y arbustada congregación de pequeños pelillos que superciliarmente rodean a nuestros gemelos visores, despertaron – y aún lo hacen – mi curiosidad desde mis tempraneros años de esta experiencia que llamamos vida.”
Así comienza el prólogo del galardonado libro escrito por el famoso anatomista, odontólogo y basurero (pero sólo durante días feriados) de Rotterdam, Joos van Wonderen[1].
Su vida toda fue obsesivamente marcada por este curioso interés anatómico. Su primera novela publicada fue Tussen de Wenkbrauwer (editada en castellano como Ente las cejas o en su versión latina Entrecejas)
Su libro para niños más exitoso, una ficción odonto-infantil, se llama Frons de Clown (publicado en castellano como El payaso fruncidor de ceño).
Y durante la última entrevista que compartió con la humanidad, la cual fue atestiguada y llevada a cabo por el reportero de Der Telegraaf apenas unos días antes de su muerte, van Wonderen confesó que su héroe deportivo era el famoso guardavalla argentino Cejas[2].
Cada uno de sus noventa octubres estuvo marcado por la inacabable obsesión que sentía por sus rojizo follaje ojal.
En su famosa Encyclopedie van de Anatomie (hoy un obligado habitante de cualquier bibliografía sugerida en todas las mejores academias de medicina alrededor del mundo) pondera:
“Las cejas, o acaso debería usar su nombre original, vili protruding supra oculos, encuentran su raison d’être en su innata capacidad para proteger al ojo (u ojos si el sujeto en cuestión disfruta de semejante plenitud) del profuso sudor que ocurre como consecuencia de los más altos pelos que pueblan aquella extremidad superior llamada cabeza (si es que el sujeto en cuestión disfruta en efecto de semejante plenitud).”
Semejante afirmación agitó un increíble estupor y estertor dentro de la comunidad científica toda; hecho que obligó a nuestro obsesionado Joss a realizar ciertos experimentos con el patrocinio del instituto Max Planck de Alemania: estudios diseñados para demostrar y confirmar su revolucionaria intuición, de una vez y para siempre.
He aquí los resultados de esos sudorosos experimentos:
“Se ha certeramente notado y demostrado que los sujetos que portan o tienen cejas profusas, comparten las siguientes características:
- Sudan compulsivamente tanto durante el sueño como la vigila, sin importar la temperatura ambiente relativa
- No usan desodorante anti transpirante
- Sudan aunque la temperatura exterior sea menor a 0 (cero) grados Celsius.
- Disfrutan y comen spaghetti
- Son dueños de mascotas, principalmente perros.
- Se observa presencia de pie plano, semi-plano, o demi-sec.
- Poseen una notable abundancia de cabello en la cabeza superior, pelo que siempre es propio
- Aquellos sujetos que usan peluca sufren una pérdida en la caída del líquido sudoroso de un 45,798%
“De forma opuesta, aquellos sujetos cuyas cejas representan una fina conjunción capilar, comparten las siguientes características:
- No tienen ningún tipo de cabello en la cabeza superior
- Presentan una carencia total de emanaciones sudorosas
- Usan desodorante anti transpirante
- Afeitan sus cejas para evitar la vergüenza y el oprobio
- Tienen una irrefrenable tendencia a leer en francés a pesar de que el párrafo en cuestión haya sido escrito en cualquier otro idioma.
- Comen sushi
“Ha sido firmemente determinado, a través del correcto proceder y en total respeto por el método científico y las leyes intrínsecas que gobiernan nuestras propias vidas y pensamientos, con una precisión del 98, 864873%, que aquellos sujetos que no disfrutan de la presencia peluda superciliar de protección ocular – sujetos también conocidos como descejados – sufren y padecen un cierto número de problemas con el sentido de la vista.
“A través de los mismos resultados de nuestras notables y útiles actividades observatorias podemos asumir y por ende inferir que la causa de estos problemas de la vista yace en el sudor descendiente que cae desde el área cabellera superior (cabeza), afectando así los indefensos reinos oculares.
“Corriendo detrás de esta afirmación y persiguiendo los estudios que han sido diligentemente realizados, puedo revelar:
“El sudor anteroposterior, parietal y frontal, de movimiento descendente y consistencia salina, cuando porta una medida de PH que supera el 4,6%, es la causa de todos los tipos de desórdenes oculares humanos, cuando ocurre en sujetos descejados o con un cierto grado de carencia en la consistencia de tal barrera capilar.
“La razón yace en las propiedades intrínsecas de la salada caída acuosa frontal: la misma posee un alto poder corrosivo y extremadamente dañino para la retina ocular y el órgano todo. Esto posiciona a los músicos en general, y a aquellos que se desempeñan dentro del mundo clásico-escolástico (debido a la alta concentración utilizada) dentro del grupo de riesgo más expuesto.
“Por lo anterior, me atrevo a dictaminar y predecir que:
“Todos los especímenes humanos – sean de naturaleza femenina o masculina – que no tienen cejas, ya son ciegos; o inevitablemente se dirigen hacia semejante oscuro destino.”
Finalmente, parece que el investigador van Wonderen atrapó su supuesta y perseguida afirmación.
Este último reporte científico, publicado por la Universidad de Rottersburg, inspiró acaloradas refutaciones tanto dentro del ámbito científico como del puramente erudito. Aquí algunos ejemplos de la retórica utilizada:
“Borges, el gran escritor argentino, era ciego a pesar de poseer arbustales cejas; Andrea Bocelli y Stevie Wonder son famosamente ciegos con preciosos y peludos ejemplares de protección ojística.”
Sin embargo, e incluso antes de que este desafío se desarrollase, el súper intelectual y filósofo erudito Archie van der Neumann, especula y aventura:
“La ceguera de Borges se debía principalmente a (según el historial clínico facilitado por su doctor de máxima confianza, el endocrinólogo Tito Gómez) una extraña y peculiar enfermedad o desorden sufrido por nuestro amado y admirado Georgie. Aún se desconoce el origen de semejante inclinación de salud; también se ignora el nombre que, en algún probable futuro, etiquete al padecimiento previamente mencionado; ya se ha comenzado un proceso para determinar la forma bautismal que habrá de asumir el infame y horrendo desorden. Los debates continúan en las bibliotecas más notables del mundo. Una vez que el nombre haya sido escogido, el proceso completo será explicado y revelado. La descripción de semejante desafortunada condición, de acuerdo a lo que se sabe hoy, es la siguiente:
“’Alteración direccional del sudor facial, cuyo curso no es de una naturaleza descendente, verbi gratia desde la masa capilar ubicada en la cabeza superior hacia el mentón, mas horizontal, encontrando así su origen en la acaracolada oreja, humedeciendo su paso hacia los ojos.’
“Esta podría haber sido la patología que condenó no solamente a su padre, Jorge Guillermo, sino también a él mismo, el humilde genio literario conocido como Borges, a una persistente ceguera.
“Tal padecimiento es provisionalmente llamado horizonti sudorem.”[3]
Pero no podemos darnos el lujo de mencionar al porteño, al gaucho tímido hecho de oro y de tigres, sin recordar y honrar a John Milton a través de la palabra o la pluma. A pesar de la falta de retratos fidedignos, se pude notar, de acuerdo al crítico literario y afamado marchand en el mundo del arte Ulver Hure, que las cejas de Milton tienden a aparecer, en las pocas y humildes y mediocres rendiciones pictóricas, de una forma escueta, casi tímida, acaso evanescente: otra pista que brinda aún mas fuerza a los soplantes vientos que empujan a nuestros barcos racionales rumbo a la intuición primordial de van Wonderen.
El experto en John Milton, Monsieur Illman Ulmaz, quien solía ser un vendedor puerta a puerta de servicios de telefonía, televisión por cable e internet durante aquellos abundantes y especuladores años españoles al comienzo de la burbuja inmobiliaria y la locura del euro, sugiere hoy que en el caso de su amado poeta, no debería descartarse el accionar de un virus o una bacteria como prima causa de la ceguera de Milton; Ulmaz sospecha que mientras trabajaba como Secretario de Lenguas Extranjeras, John pudo haber estado tentado de chupar la incorrecta, oscuramente infectándose de tal modo.
Tal padecimiento es llamado provisionalmente horizonti sudorem[4].
Acerca de Aldous Huxley y su ceguera parcial, podemos decir que nada tuvo que ver con el efecto ceja, sino con pequeños accidentes tontos ocurridos al intentar caminar luego de sus experimentos con drogas psicotrópicas.
En lo referido a Andrea Bocelli, su ceguera pudo haber sido inducida por el solemne e interminable escupir que su fallida técnica de canto lo forzaba a producir desde que era un pequeño bambino.
Los niveles de pH de su producción salivatoria ya han sido estimados: porta un absurdo 98,9%, mostrando ciertamente un alto y agresivo nivel de corrosividad[5].
Tales teorías alcanzaron inmediatamente los oídos de Joos van Wonderen, los cuales a pesar de sufrir severas capas de cera, escucharon las noticias con la mayor atención posible. Como consecuencia, un nuevo conjunto de experimentos fueron puestos en marcha, con el mismo germánico patrocinio; luego Joos publicó un paper, describiendo los descubrimientos con divina generosidad:
“Los datos obtenidos nos proveen la absoluta certeza para afirmar libremente que la disfunción visual de Andrea Bocelli es debida al contacto de su propio escupitajo salival, el cual es velozmente expelido mientras canta – un generoso uso del verbo –, con sus propios ojos. Es actualmente imposible determinar el preciso período de su vida en el cual este desafortunado episodio de auto-escupida comenzó a ocurrir, pero teniendo en cuenta que la primera y única causa probable (una técnica de canto defectuosa), tuvo que haber sido durante sus años formativos – nuevamente, otro generoso uso de una palabra.
“Es notable como un efecto secundario de semejante forma liquida de canto ha dejado una huella en su pathos de comportamiento del así llamado cantante: por favor, notar que cada vez que canta – nuevamente – una cierta fuerza mensurable intenta proteger a sus ya dañados ojos… una automática respuesta condicionada que pudo haber sido útil en el pasado, pero que ahora es meramente un eco acarreador de la esencia del origen.
“La otra irrefutable y empírica prueba es que el pseudo-tenor canta con sus ojos cerrados, mostrando así una cierta actitud refleja que en algún momento particular del tiempo operó (inexitosamente) como una defensa ante la invasión salivática (variación de déjà vu).
“El caso de Stevie Wonder presenta ulteriores dificultades.
“Mientras que algunos aun creen que no es ciego en absoluto: apenas recurriendo baratamente a esa desventaja oscura solamente debido a razones de mercadotecnia – la mercadotecnia de la lástima – otros suponen que la verdadera causa de su real discapacidad ocular podría encontrarse en el rudo y veloz contacto de una porción de su cabellera Rastafarian – durante sus años mozos de peluda abundancia – con sus abiertos ojos atentos al teclado.
“Un importante aspecto que refuerza dicha teoría es el frenético movimiento cabecero del oscuro compositor y cantante que aún puede verse durante sus recientes y magistrales conciertos; la perfecta y necesaria excusa para las rastas cegadoras que efectivamente pudieron haber producido la horrorosa discapacidad.
“Un prototipo inspirado en la forma del cráneo que aún pertenece al señor Wonder – y de paso idéntico – ha sido recientemente construido para estudiar la velocidad del impacto de una de sus antiguas rastas que probablemente pudo haber dañado sus ojos (variación plus uno déjà vu).
“El resultado fue incontestable y final: su ceguera es una consecuencia natural de su viejo estilo peluqueril.”
A manera de corolario a semejante festín científico, un ejemplo definitivo suministrado por un desnombrado visitante extraterreste, que respaldaría, acaso para siempre, el gran trabajo de Joos van Wonderen:
“Durante mis jóvenes y lujuriosos años he observado que en la región noroeste de la península ibérica, más precisamente en Galicia (una parte del mundo en la cual las cejas crecen con majestuosa abundancia e inspiran asombro con su protectivo esplendor arbustal, incluso en los más ilógicos y fanáticos ateos), aún no se ha podido encontrar, desde el siglo séptimo durante el cual comenzaron los registros sanitarios, un solo caso de ceguera entre la población autóctona.”
Estando debajo de semejantes titanes científicos, poco puede decirse o escribirse: poco.
Aunque una pregunta surge naturalmente: ¿es Ensayo sobre la ceguera simplemente un ejercicio de burla literaria llevada a cabo por un hombre de letras que sabía probablemente que semejante padecimiento no habría jamás de afectarlo debido a sus increíbles cejas?
El debate aún sigue abierto. Por favor, visítenos dentro del horario de apertura: 7 am – 11 pm. Preguntar por Tito.
[1] Asumimos que se trata acerca de su trabajo intitulado De Metamorfose van de haren. (Ed.)
[2] Es imposible determinar la fecha exacta de la citada entrevista, pero seguramente ocurrió durante los tempraneros 60 del siglo XX.
[3] Sudor horizontal.
[4] Déjà vu literario.
[5] Aparentemente en el colegio era conocido como el uomo mosca. El hombre-mosca. Hay acaso una especie de lazo fraternal entre el actor Jeff Goldblum y Andrea Bocelli? ¿Es apenas una coincidencia que cuando se le preguntó una vez acerca de su mujer perfecta-fantástica, el pseudo-tenor italiano mencionó el nombre de Geena Davis?