En alguna ocasión, yo, Chuang Chou, soñé que era una mariposa, aleteando por aquí y por allá, realmente siendo una mariposa. Era únicamente consciente de mi felicidad como mariposa, sin darme cuenta de que yo era Chou. Pronto desperté, y ahí estaba yo, verazmente siendo yo mismo otra vez. Ahora no sé si realmente fui entonces un hombre soñando que era una mariposa, o si es que ahora soy una mariposa, soñando que soy un hombre. Entre un hombre y una mariposa hay necesariamente una distinción. La transición es llamada la transformación de las cosas materiales.
Para nosotros, personas de ojos puramente redondeados conocidas a lo largo de las tierras orientales como occidentales, aquella raza amarilla forjada por gobernadores imperiales y sabios decrépitos; aquella raza de hombres y mujeres con una sesgada mirada del mundo, hartos de arroz y de fideos y de pastas torturadas al calor de infinitos hervores; una apalillada sociedad condenada por una interminable muralla y una cierta carencia de vello facial que probablemente avergüence a Dios mismo; aquellos maestros de la copia y seguidores del azar que ordenadamente reina dentro del I Ching; ese descolorido rasgo que enlaza a un cierto número de naciones – y algunos despreciables ruidos que son llamados idiomas de los cuales ignoran la cantidad total de los allí pueden encontrarse, ni lo que allí implica… aquellos (debido a razones de espacio estamos forzados a resumir el introitos de este relato) chinos, taiwaneses, coreanos, malayos… son todos parte de un conglomerado multinacional cuyos rostros se ven implacablemente como el mismo… un déjà vu oriental. Jamás he podido encontrar un solo occidental que pudiera decirme, cuando se le mostraba una foto de Bruce Lee y otra de Jet Li, quién era quién. Fracaso, debido a su obvia falta de imaginación, es la palabra apropiada para definir al creador de los amarillos. Así es: creador con c.
Lo curioso acerca de estos hechos innegables, es que para quienes son orientales, nosotros los occidentales nos vemos todos iguales. Si el lector siente, piensa o incluso cree que esta afirmación podría ser, debería ser, o es cierta, por favor, lea el primer párrafo invirtiendo oriental por occidental, y amarilla por el color de su preferencia… no olvidar elegir dos actores muy conocidos a los efectos de la similitud ejemplificada.
Con la intención de agregar más picante al debate (por favor abstenerse de seguir leyendo la historia completa si es que sufre de colon irritable o una sensibilidad particular a cualquier forma de alimento picoso), el increíble y enigmático[1] antropólogo danés Stellan Pers Skarsgaard, no cree que la citada identicalidad facial sea un hecho científico. Con la intención de probar y reconfirmar su negación, cita un solitario e inescrutado caso en toda la historia de las naciones terrestres. Un caso que te volará tu puta cabeza. Un caso que, una vez descubierto, jamás ha sido compartido debido al temor del autor, y también por falta de papel.
Leemos unas anotaciones escritas en un boleto de tren que una vez llevó a Stellan Pers Skarsgaard desde Copenhague a Berlín:
“En la remota provincia de Ming, dentro de la región de Pang, cerca del río Tang, donde reina (con vasta autoridad) el emperador Tab Tea Chow, todos los habitantes son idénticos entre sí. Hay apenas un solo arquetipo de mujer (si es que puedo usar tal expresión) y uno de hombre. El resto no son nada mas que perfectas imitaciones alla china del original previamente mencionado: así como ocurre con el universo, donde cualquier punto es el centro; aquí, el percibido es el original, y los demás sus copias. Las pieles son invariablemente amarillas; nada de barbas entre la población masculina.
“Por supuesto que es efectivamente imposible revisar e investigar semejante modelo básico y monótono de reproducción humana; aquel constante y único sendero hacia el comienzo de la especie ha sido ligeramente olvidado a través de la fuerza del hábito y la falta de diferencias: de este modo las habilidades memorísticas han fallecido casi completamente: la remembranza necesita la diversidad en sus incesantes juegos comparativos.
“Una solitaria representación del vernáculo Adán u hombre primordial, sobrevive en la habitación principal del Emperador. Sorprendentemente, no luce como un azaroso habitante de esta predecible tierra. El patrón comenzó en algún punto del pasado, pero la falta de ejercitación está demostrando ser devastadora para la memoria (padecimiento que aparentemente ya estaba comenzando a afectar al mismo escritor). Asumo que la identicalidad de los rasgos corporales son los culpables de semejante oscuro e ignorado pasado. Es esta mismísima característica de identicalidad la que transforma al trabajo reminiscente, ese exclusivo ejercicio de la memoria, en uno mucho más arduo y acaso imposiblemente inútil. Él – el producto que el Lete acarrea en sus aguas – opera y sobrevive a través (y gracias a) diferencias, variaciones, sutilezas, sombras; creatividades que son omitidas en esta chata y monocromática región. Es como si la falta de trabajo mnemónico no solamente alimentase, sino que de alguna manera produjese esta horrenda falta de dinámicas estéticas; temo que pronto todas las cosas comenzarán a verse iguales, influenciadas por ósmosis: una evolución rumbo a un viviente, humano, y múltiple (pero doble) Ying y Yang. La suma de todas las reducciones.
“¿Podría estar siendo afectado simplemente por el registro de mis hallazgos?[2]
“Estas identicalidades (me contengo de usar el término igualdad, porque eventualmente implicaría algún tipo de diferencia) son tan notorias y abrumadoras, que cada día implica constantes y tediosos problemas que podrían ser fácilmente evitados si se aplicase una sutil alteración en la misma fuente; problemas que aún están siendo estudiados y escrutados con la intención de encontrar una solución plausible y estable.
“Un simple ejemplo de semejante aporeia común para que el lector pueda entrar en clima (va a refrescar, así que mejor buscar un abrigo):
“El usual acto de mirarse a uno mismo (quienquiera que ese yo sea o sin importar a quién pudiere pertenecer, aunque asumamos que se trata de un masculino habitante de la provincia de Ming) en el espejo es una fuente instantánea de inquietud para el alma y una perturbadora actividad para la mente: el fútil y vano intento de intentar reconocer la reflejada imagen como propia, y no como si perteneciera a otro habitante masculino de la provincia de Ming. El aceptar y percibir que el reflejo es el mismo yo que era ayer, y fielmente será también mañana o la próxima vez que el desconocido rostro haya de duplicarse a sí mismo (entre miles de veces a lo largo del día) en el espejo… un espejo que se está transformando en la mitad de la provincia de Ming.
“De cierta manera, el mirar a otro hombre es mirar dentro de un espejo[3]. Un precario hábito que en esta región provoca horrendas confusiones, las cuales a veces conducen hacia ataques de pánico, otras a desmayos, y también rumbo a dolorosas y ensopadas hemorroides. Los casos más extremos son aquellos en los cuales la personalidad y todos sus yoes fragmentados se pierden en un inalcanzable reino de olvido; la persona que alguna vez fue conocida y amada y despreciada, cesa de existir dejando atrás un cuerpo inerte que solamente es capaz de realizar tareas burocráticas, desnombrado.
“Otro ejemplo ilustrativo es el bizarro hecho que ocurrió dentro del matrimonio conformado por Pan y Sung. Pan se levanta a las siete de la mañana como siempre, incluso los domingos, y se dirige inmediatamente al baño para poder afeitarse su enmarañada – mas falsa – barba, típicamente vista en aquellos desdichados amarillos que aplacan su sed en las dulces aguas del río Tang, en la provincia de Ming. Semejante táctica de falso vello facial comenzó como un condenado intento de crear algún tipo de patrón físico diferente dentro de la población masculina: mostachos, barbas, material de utilería hecho principalmente de pelo de caballo y vello púbico humano. Ni falta hace decir que no funcionó en absoluto: en menos de una hora, todos los mingenses estaban sufriendo el mismo tipo de barba a pesar de estar convencidos, al menos durante los primeros segundos, de que realmente no lo estaban.
“Pan, el rutinariamente barbado hombre se mira en el espejo sin realmente ser capaz de asegurar si la reflejante imagen pertenece a él mismo, o no; mira a la mujer que duerme en su cama – su esposa Sung – en un intento ansioso de crear un ancla, un fijo punto referencial; de repente el borrón nemónico opera, y ahora no puede recordar si era suya aquella mujer que anoche tomó por el brazo durante el alba de una escaramuza callejera: y en ese preciso momento, perdiendo el ancla para siempre como una embarcación condenada al movimiento perpetuo debido al óxido de su cadena, cesa de saber con certeza si él es el observador, Pan, el gris hombre de contabilidad, o su mujer Sung, o cualquier otra confundida mujer[4].
“A esta altura esperamos que para el lector sea ya claro que, cuando Pan mira hacia su cama, ignora si es él quien está despierto testiguando su sueño, o es ella la observadora y él, el soñador de semejante situación paradojal. (La extrapolación podría continuar ad infinitum preguntando al lector si sabe con certeza que tú no eres Pan, o Sung, o acaso simplemente seas un personaje dentro de un cuento leído por ambos antes de que el sueño los atrape.)
“Casos semejantes pueden ser abundantemente encontrados en los repletos gabinetes de la Policía de la Identidad de Ming.
“Debido a las dificultades que seguramente podrán ser fácilmente imaginadas, el Emperador, luego de varios fallidos experimentos y falsos gobernantes que han sido sufridos a lo largo de los siglos (algunos inocentes, otros culpables de robo de identidad), se ha visto obligado a recurrir a un método que aún hoy demuestra ser infalible en prevenir tales excesos confusionales dentro de los dominios de palacio; aunque justo es decir que el actual Emperador no recuerda quién fue origen de dicho método: si es que fue un compromiso que él aceptó, o un producto de lógica construcción, o incluso algo sugerido por su asesor en jefe cuyo nombre ya han sido miles:
“Cada Emperador ha de tener, especialmente luego de la desaparición del Gran Gri Xion Ghul – a pesar de que algunos aún juran que está vivo y administrando una tienda de frutas exóticas en el popular mercado dominical –, a su entera disposición, una troupe de monjes tibetanos exclusiva y exhaustivamente entrenados para repetir durante esas horas en las cuales el supremo gobernante decide permanecer despierto – si es que en efecto puede afirmarse que alguna vez hubo o hay un humano completamente despierto en este reino, o acaso en cualquier otro –, aquel monótono y penetrante canto: ¡Tú eres tú mismo, Oh amado Emperador (nombre del gobernante), y no el hombre que te está mirando, Oh, sol de Ming!
“Otras fuentes aseguran que el canto se escucha: ¡Tú eres tú mismo, Oh amado Emperador, y no el observador, Oh Sol y Trueno de Ming!
“Y los menos afirman que el canto es algo así: ¡Tú eres tú mismo, Oh amado Emperador, y no el hombre que te está mirando, Oh, sol de Ming!
“Hay otro grupo especial de elite, el cual fue traído y entrenado en Siberia: trabaja dentro del mismo estilo sirviendo a la ley y a las fuerzas del orden. El leitmotiv es uno similar: el constante y tedioso cantar remembratorio de la identidad original. El vestuario característico de estos recordadores se parece a ciertas águilas que moran en los Andes y en la mística Tiahuanaco, Bolivia.
“Y los menos afirman que el canto es algo así: ¡Tú eres tú mismo, Oh amado Emperador, y no el hombre que te está mirando, Oh, sol de Ming!
“Sin embargo, la tenacidad de aquellos pasados, presentes y futuros habitantes de Ming que han, están y pisarán los ancestrales suelos a lo largo de su historia toda, es de hecho muy destacable; fútil, sí, pero la pasión y el fervor acaso naïve[5] que los alimenta para sobreponerse a semejante dificultad, es no obstante digno de elogio.
“Como esos ladrones y bribones que hábilmente logran posar como otro ciudadano cualquiera o como policía o como político famoso – a pesar del hecho que en algunos casos resultaría ser una tautología viviente – para, por ejemplo, evitar una penalidad civil o una más grave; criminales que confunden al juez haciéndole creer que el acusado no es Ping, sino Pang, logrando así caminar libre de cargos… u ocupando el lugar del magistrado para intencionalmente inducir al inocente a que crea en su falsificada culpabilidad y así encarcelar al juez mismo; y un interminable (mas no infinito) número de accidentes que la imaginación de los lectores les permitirá construir.
“A pesar del secretismo máximo alrededor del previamente mencionado tema cantado del Emperador en este racconto, las usuales filtraciones inevitablemente sí sucedieron: y hoy, uno puede escuchar una especie de combinación letrístcia y musical en cada esquina de cada calle dentro de la provincia de Ming; pero la novedad pronto habrá de transformarse es una inacabable repetición de supuestas variaciones diversas de la misma fallida mas idéntica imitación; las artes ya están siendo tocadas – acosadas – por la plaga del olvido.
“El mismísimo concepto de plagio está siendo lentamente borrado de los códigos de la suprema ley imperial. Con artistas incapaces de trabajar sobre sutilezas, detalles, o una simple coma, flagrantes copias están siendo justificadas por todos lados: incluso la palabra Yeng Suo, la cual implica una cierta forma de creación original usando tijeras y cartón, está siendo lentamente desterrada de las nuevas ediciones de los diccionarios más populares; tal vocablo está siendo reemplazado por Yeng Sio, que significa: una cierta forma de creación original; se rumorea que la futura actualización será: Yeng Sio: ciertas variaciones idénticas de una olvidada fuente única.
“El capitalista Occidente, con su inexhaustible codicia, nunca cesa de buscar oportunidades de negocio; la corporación informática que no es tan limpia como su nombre podría sugerir, está intentando aprovecharse de semejante tierra olvidadiza lanzando al frenético mercado local un aparato (nuestras fuentes nos comentan que su forma exterior aún está por ser definida) que permitiría al confundido amarillo observar continuamente su propia vida, refrescando así su identidad para mantener por demás alejado al riesgo de olvidarse de quién es uno.
“Muchos son los nombres que están siendo susurrados; acaso Ventanas a tu Vida sea el que termine resonando hasta el final[6].
“La cuestión del ropaje es una de importancia acaso definitiva debido a la claridad y divisibilidad que brindan; recientemente ha sido propuesto que cada familia debería lucir un tipo único de vestuario: es decir, uno para las féminas, otro para los hombres. El eslogan del creador reza: Si hay lugar para la confusión, que sea dentro de la familia[7]. De esta forma, el temido efecto ad libitum sería efectivamente evitado.
“Pero un pequeño detalle que no había sido percibido aún resistía: algunos científicos se dieron cuenta de qué se trataba, y comenzaron a trabajar en una sutil variación de la idea anteriormente postulada. Su éxito a demostrado ser desparejo, pero las proyecciones estadísticas son alentadoras. Puede que la simpleza sea una de las formas del genio, y la más simples de las ideas está resultando ser resistente, no solamente para los idénticos mingeos, sino para el brutal lobby empresarial que relampaguea sobre el asunto.
“La mecánica es simple y directa: cada miembro de la familia debe escribir su nombre y el color de la remera que está siendo lucida, en un papel; algo que sólo puede ser hecho después de haberse puesto de acuerdo en la identidad de cada miembro dentro del núcleo familiar. Una vez que esto hubo sido correctamente realizado, las remeras podrán ser intercambiadas si dicho truque es registrado nuevamente sobre papel.
“El primer conjunto de experimentos, el cual abarcó 10.000 familias diferentes, mostró un índice de efectividad del 47.9%. El segundo experimento se expandió a 10.000 familias diferentes: el test demostró ser aun una mejor fuente de éxito, al alcanzar un increíble 47.9% de efectividad.
“El último – y más ambicioso – proyecto, está involucrando a la conmovedora cifra de 10.000 familias diferentes, y hasta ahora su fenomenal éxito alcanza un 47.9% de alegre efectividad.
“La cuestión del ropaje es una de importancia acaso definitiva debido a la claridad y divisibilidad que brindan; recientemente ha sido propuesto que cada familia debería lucir un tipo único de vestuario: es decir, uno para las féminas, otro para los hombres. El eslogan del creador reza: Si hay lugar para la confusión, que sea dentro de la familia (5). De esta forma, el temido efecto ad libitum sería efectivamente evitado.
“Mis propios ojos se rehúsan a creer la realidad de las generosas y sensuales formas que pertenecen a una mujer, la cual se acaba de sentar a mi lado, transportándome así a un campo de lavanda y almizcle[8].
“Entre otros varios métodos por demás bizarros de remembranza, se encuentran unos brazaletes verdaderamente chic, los cuales están teniendo éxito de una forma imprevista y sin precedentes (el uso de semejante término no debería ser tomado a la ligera, ni digerido). Estos adornos de brazo vienen en surtidos colores y proveen esencial información descriptiva del usador en cuestión: nombre, altura, sexo – si lo practica con respetable frecuencia o no –, equipo favorito de Ghog (tradicional juego de pelota similar al pato argentino pero a lomo de camello en vez de caballo, y reemplazando el pato relleno usado en el juego pampero por un gigante oso panda), y la lateralidad preferida del usador del brazalete.
“El actual emperador, Tab Tea Chow, entusiasta alentador de tal opción, estaría planeando lograr un acuerdo estratégico con la empresa tecnológica comúnmente relacionada con el primer Hombre y el fruto prohibido; el cual es Adán; el cual es la pecaminosa manzana, con la sola intención de destruir a aquél ventaneado competidor.
“La anteriormente sugerida empresa, el cual es Adán; la cual es Apple, podría estar desarrollando un sistema destinado a ser incluido dentro de los brazaletes memoriosos: un código de barras y su correspondiente scanner (fácilmente ocultable en un bolsillo cualquiera), diseñado para ayudar a los escasos, valientes, y circunstanciales turistas exitosos que – por exitosos nos referimos a ese puñado de turistas que cada año logran salir de la Provincia de Ming con al menos un rastro de una memoria de un yo casi olvidado –, asistidos por el mencionado scanner y aquél código de barras ubicado en el interior del brazalete, serán capaces de reconocer a cada nativo de la provincia de Ming a medida que disfrutan del tour o de una caminata por el bellísimo río Tang, reteniendo así la amenazada memoria del yo y su naturaleza fragmentada; se rumorea que el proyecto brazalete-scanner ha sido puesto en marcha hace algunos años, con éxito dispar, entre la población local.
“Esta ayuda tecnológica no solamente sería un factor positivo en el fortalecimiento de la buena onda en el aire, sino también permitiría la concreción de negocios lucrativos sin las enormes confusiones y las consecuentes pérdidas en las ganancias; además de aligerar el obvio y siempre creciente problema poblacional y aquellos relacionados a la salud pública, pensiones, etc.
“También se sospecha que tanto el incremento en la facilidad para reconocer a los locales y la disminución del riesgo del olvido de uno mismo, impactarán inmediatamente en el número de turistas de la región: se espera un aumento del 8000% en esos guarismos.
“Como resultado lógico y natural de la implementación de semejante aparato mueñequero-brazero, es esperable que correctos negocios lucrativos se multipliquen de la misma forma que los guarismos turísticos: la expectativa indica un aumento del 8000%.
“El nombre del scanner en cuestión aún no ha sido anunciado, pero fuentes anónimas en la ciudad capital de la provincia de Ming, dentro de la región Pang, susurran que este sería Nano Ming-Pod Chop Suey.
“Con un simple click, el perfil completo del mingeano (natural de Ming) en cuestión aparecerá en la mano (o pie, si es que resultase ser, por fuerza del destino o pereza del azar, manco) del turista o usuario local, con el fin de evitar un probable y más que plausible déjà vu eterno.
“Antes de la invención tanto del scanner como del brazalete con código de barras, e incluso previo a la creación de los cantores memoriosos que actualmente sirven al presente emperador Tab Tea Chow, quien de paso ha disfrutado de semejante ayuda entonada desde el comienzo de su reinado, alrededor de 97.365.945 ciudadanos ocuparon, en menos de una quincena, el trono del vastísimo imperio de Ming; caos que naturalmente fue causado por este increíble problema memorístico.
“Las teorías conspirativas aún continúan alimentando la creencia paranoica que el actual emperador instalado no es realmente el elegido a través del derecho divino de la sangre, sino simplemente otro mingeano que, por fuerza tanto de la predictibilidad como del azar (que es apenas otra palabra para el destino), luce exactamente igual al confundido emperador verdadero, el cual ya ha cesado de ser quien la mayoría cree que es.
“Unos pocos días después de que la posibilidad hubo sido pronunciada por los medios, todos los argumentos, incluso aquellos que eran el opuesto exacto, comenzaron a apuntar en la misma dirección, y pronto el consenso fue absoluto: se debería confiar únicamente en los cantores; su efectividad es tan alta debido a que nadie conoce sus rostros, ni sus temores, ni sus pasados.
“La inclusión del brazalete y el scanner también facilitará enormemente la tarea de aquellos que llevarán a cabo el primer censo completo de la región de Pang: algo que hasta el momento ha resultado ser imposible y utópico. Los guarismos del último intento (fallido) no cuadraban de ninguna manera dadas las variaciones de las cifras encontradas en cada reporte entregado por los empleados reales; estos guarismos tentativos resultaban ser tan disimiles como el número 2 y el dos. Cada trabajador reportaba un número tentativo de habitantes que era 47.9% más alto que el estimado por el empleado anterior; al final del año que les llevó a las supuestas autoridades encargadas del censo darle algún sentido a la empresa toda, estos ni pudieron establecer con cierta certeza la cantidad aproximada de habitantes de la región de Pang ni el número de censistas involucrados en el desastroso emprendimiento contador; el oro continúa saliendo del tesoro nacional dado que son cada vez más los ciudadanos que reclaman por el justo valor de su probable trabajo censístico.
“Si tú, querido lector, estás interesado en saber cómo lucían esos malditos amarillos, busca (y encuentra) un retrato del más famoso hijo pródigo de Ming: aquel del filósofo Confusión.”
Este texto fue la última cosa viviente encontrada luego de la desaparición de Stellan Pers Skarsgaard; él nunca llegó a la HauptBanhof de Berlín. Bajó en la estación Nykøbing Falster como si fuera una tal Sigurd Bjornsson, empresario y bon vivant de Malmo, dejando su vida antropológica en el tercer vagón del tren de la Danske Starsbaner, atrapada en un ignorado moebius hecho de olvido e identicalidades.
[1] Semejante enigma aún es, paradójicamente, enigmático.
[2] Ya había ocurrido en el primer párrafo.
[3] La realidad falsifica al arte; un ejemplo de esto es dado por el aspiracional autor y filósofo austríaco Ruckhart Ellot, quien luego de pasar varios meditativos años en la provincia de Ming, dentro de la región de Pang, escribió: amar es reconocer al otro en uno mismo, para luego volverse ese otro, que no es más que uno mismo. Citado de su Die Kunst des Lebens und Photokopie.
[4] Debemos inferir que el ejemplo citado se refiere a una pareja de hombres homosexuales, o a una pareja en la cual los roles no habían sido definidos con precisión, o simplemente a habitantes inconscientes de los arquetipos comunes (Ed.).
[5] Puede discutirse que la ignorancia es requerida para semejantes empresas dignas de elogio. Colón no tenía idea alguna de la realidad que finalmente lo navegó.
[6] Como una alusión contemporánea a este relato, por favor mirar el film 50 primeras citas, con Adam Sandler y unas cuarenta y cuatro actrices que se ven igualitas a Drew Barrymore.
[7] Si hay lugar para la confusión, que sea dentro de la familia; y la cómica variación: si hay lugar para Confucio, que él esté con la familia.
[8] Recordar que estamos a bordo del tren destinado a Berlín.